San José, reunidos en oración recordamos tu vida y tu misión, y te saludamos con admiración y profunda gratitud. Hombre de Dios, modelo de virilidad y de liderazgo, heredero humilde y grande de la Casa del Rey David, obrero de la causa del Reino de los Cielos: recíbenos y danos tu abrazo de amigo y de hermano en la fe.
San José, con amor intenso y puro cuidaste de
María y de Jesús, los grandes tesoros de Dios Padre en
esta tierra.
Supiste hacer bien tu tarea; llevaste a buen puerto
la barca, guiaste con mano diestra tu hogar y supiste
permanecer sencillo y discreto, obediente en todo a la
voz interior de tu Dios, a quien amaste y serviste con
ardor y generosidad hasta la hora santa de tu muerte.
San José, ¡cuánto nos enseña tu manera de ser
¡esposo y de ser padre! Necesitamos hoy de la delicadeza
y la fortaleza de tu alma santa para valorar a la mujer,
sea doncella o madre, y para defender la vida humana,
especialmente cuando está más amenazada o es menos
valorada.
San José, Padre Virginal de Jesucristo, Custodio de
la Vida en el Espíritu Santo: ¡ruega por nosotros!
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
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