Con las palabras que te saludó el Mensajero del Cielo, el Santo Arcángel Gabriel, nosotros te saludamos hoy, María Santísima, y te decimos:
"Llena de Gracia."
Tú eres la muy amada y muy amorosa. En ti Dios
escribió su Palabra de Salvación para todos los pueblos,
y de tu fe admirable somos deudores todos, porque tu
docilidad al Espíritu Santo hizo posible el milagro que
no volverán a contemplar los siglos: la Encarnación del
Hijo Único de Dios.
Con gran confianza nos acercamos a ti, dulce
doncella de Nazareth, y con gran alegría nos unimos a
tus sentimientos de ternura en la espera del Nacimiento
de Cristo. Eres amable y pura; sencilla y valiente;
buena amiga, buena esposa y buena madre. Acepta hoy
nuestro ruego, te suplicamos, y conviértete en nuestra
guía y maestra en la contemplación del misterio del
Niño Dios.
Danos de tu mirada para reconocer y adorar al Dios
que se abaja, el Dios que busca a sus ovejas
descarriadas, el Dios que se humilla con caridad y nos
levanta con misericordia.
Danos de tu fortaleza para seguir los pasos de este
Niño Prodigioso, también cuando sus palabras nos
parezcan difíciles o cuando tengamos que verle
afrentado en la Cruz.
Tu ejemplo nos anima y tu plegaria nos fortalece.
¡Ruega por nosotros y junto a nosotros! ¡Llévanos a la
obediencia del Evangelio, Santísima Virgen María,
Madre del Amor Hermoso!
Tres Avemarías y un Gloria.